"Au Plein Air"

Pintar al aire libre significa percibir a través de nuestros sentidos todas las cualidades del paisaje: la luz, el ambiente, el olor, el frío o el calor, los sonidos... El pincel o el lápiz se mueve sobre el lienzo o papel absolutamente imbuido de las sensaciones que nos rodean y la obra capta la atmósfera de lo que se interpreta sobre la superficie pictórica.
La pintura "au plein air" comenzó a desarrollarse a partir del siglo XIX y en su gestación influyó de manera decisiva la posibilidad de utilizar pinturas al óleo en tubos, lo que facilitó acometer obras de mayor envergadura sin las limitaciones de preparar pigmentos para pintar en el taller.
Los pintores impresionistas, reunidos en torno a la escuela de Barbizon, defendieron la idea de pintar al aire libre para reflejar la luz del paisaje, instalando sus caballetes y sombrillas en medio de la naturaleza.

Paul Cézanne: Pintor trabajando (1875)

Hubo en su contra artistas que defendían la pintura "de gabinete" hecha en el taller, relegando la pintura de paisaje a apuntes realizados de manera rápida en técnicas al agua, o bosquejos a lápiz,

como bocetos de los grandes cuadros realizados en el estudio del pintor.

Uno de los artistas españoles más representativos de la pintura plein air es Antonio López, exigente con la captación de los más pequeños detalles de la naturaleza que le rodea al pintarla. La película "El sol del membrillo" de Víctor Erice, relata con un ritmo poético, el proceso creativo del pintor ante el modelo natural.

Antonio López trabajando en "El sol del membrillo" de V. Erice

También impresionante es el modo de captar la naturaleza del artista británico David Hockney, situando los tableros y los caballetes en medio del bosque para realizar sus composiciones de árboles plenas de color.

David Hockney pintando en el bosque.

Frente a las ventajas de la pintura de gabinete, con sus comodidades y recursos, la pintura al aire libre ofrece experiencias ciertamente intensas en algunas ocasiones: