Ejercicio de anatomía: David y el canon ideal.

   Como hemos hablado en clase, el canon de proporciones varía de unas épocas a otras, siendo medida la belleza ideal en función de unidades que utilizan la cabeza como referencia.  Aunque nos centremos en el paso entre Renacimiento y Barroco no debemos olvidar el canon egipcio basado en la medida del puño: 18 puños era la proporción ideal. También recordamos que desde la Antigüedad, los Kurós y Kores permiten ver la evolución que posteriormente se desarrolla en la escultura clásica de Grecia y Roma, y que retomarán en el Renacimiento los artistas que trabajan sobre la idea del cuerpo como reflejo de belleza y proporción, llegando a incorporar el movimiento como expresión completa del sentimiento del personaje interpretado en pleno Barroco.

   Hemos encontrado en Lisipo (siglo IV a.C.), el canon de las 8 cabezas, y en Fidias y Policleto el canon de las 7 cabezas, o 7 cabezas y media.  En el Renacimiento siguió la discusión por el ideal de belleza, llegando al canon de las 9 cabezas de Botticelli.  Incluso, más tarde, aparece el Greco defendiendo el ideal en un canon de ¡once cabezas!

   Retomando el Renacimiento, tomemos por referencia las esculturas de David realizadas por Donatello (1440), Verrochio (1476) y Miguel Ángel (1504) y la pintura de Caravaggio (1599). Del Barroco, elegimos el David de Bernini (1624).





 
 
Alguien preguntó por el canon ideal para el ancho, ya que el de altura estaba bastante bien documentado.  Pues bien, está aceptado como ideal de belleza una proporción de dos cabezas para el ancho, con lo que la figura inserta en un rectángulo de proporción 8:2, es la de proporción ideal.


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